COSAS MÍAS

UN LUGAR EN EL MUNDO PARA UN ÓRGANO MÁGICO Y UN ÁRBOL MÍTICO

“Había una vez un órgano mágico detenido en un profundo sueño. Tal vez estaba algo cansado, fueron muchos meses en el que sus raíces nutrieron un cuerpecito que apareció a su lado como lo hacen todos, fruto del amor y de la magia. Salió al exterior entre luces ámbar y estuvo un rato latiendo antes de hibernar. En todo este tiempo, casi tres años, buscaba “un lugar en el mundo” en el que volver a abrazar con sus raíces algo vivo y precisamente era un sitio llamado de esa forma el que iba a convertirse en su nuevo y definitivo hogar”.

Ese viejo y hermoso dicho que la materia y la energía no se destruye sino que se transforma cobra sentido cuando queremos ser conscientes de todos los procesos y experiencias de la vida. A veces los seres humanos somos raros, desagradecidos o igual temerosos a la hora de otorgar a cada parte de nosotros, ya sea material o espiritual, un lugar digno en el que agradecer a dios, a la tierra, al universo, todo cuanto tenemos o se nos regala para disfrutarlo. Y así nos encontramos con que la sociedad supuestamente “civilizada” tira a la vulgar basura como un despojo aquello que ha convivido con nuestro hijo los 9 meses en los que ha sucedido el milagro de la vida. Y en lugar de sentir gratitud por ese cuerpo poroso mitad madre mitad hijo se siente ignorancia e incluso asco, como un triste reflejo de cómo se trata al resto del prójimo y del planeta en esta cultura de tanto usar y tirar. Y llamamos locos a quienes queremos tratar a ese órgano mágico llamado placenta, con una mínima dignidad y cariño… Afortunadamente no siempre ha sido así:


A veces la placenta se toma, bien en batido, cocinada o encapsulada.

Los antiguos egipcios consideraban que en el bebé habitaba un alma y en la placenta otro. Ésta tenía su propio jeroglífico, e incluso algunos arqueólogos conjeturan que tumbas enteras pudieron haber sido construidas para contener la placenta de los Faraones.
En Indonesia, la placenta es considerada como un mellizo del bebé o como su hermano mayor. Como el ángel guardián del bebé a lo largo de toda su vida. Por ello deberá ser tratada con mucho cuidado, y luego será sepultada de acuerdo a tradiciones específicas. Es responsabilidad del padre limpiar, envolver, y enterrar la placenta el día del parto.
Las creencias Chinas relacionadas con la placenta afirman que la misma es una fuerza dadora de vida. La placenta se seca y agrega en algunas recetas para incrementar la energía y la vitalidad de la persona.
En algunas naciones africanas, la placenta es envuelta en sábanas y enterrada debajo de un árbol. Este árbol simboliza la vida en curso.

Yo escogí esta última opción. Me parece muy hermoso que su carne siga dando vida y sea devuelta a la tierra, que al fin y al cabo es donde volvemos todos los seres al final de nuestra vida. Lo tuve claro desde el principio, pero no encontrábamos un sitio apropiado.
Algo después de nacer Irene unos amigos se compraron una casa en la sierra inaccesible en coche. En ella han puesto mucho trabajo y cariño, y la han convertido en un lugar mágico, porque además de ser un sitio precioso por su belleza natural, plácido y energético, parece habitado por hadas, por duendes del bosque, que dejan regalitos a los niños en los árboles y hacen que la naturaleza fluya para disfrutarla en paz. En una de sus paredes reza “Un lugar en el mundo”. Es uno de esos sitios en los que te sientes como en casa, recargas pilas y es imposible que algo turbio y desagradable pase. Nos encantó desde la primera vez que lo vimos, y a Irene, que con sus ojitos abiertos como platos nunca quiere irse de allí. Fue mi marido el que dijo “¿y por qué no plantamos aquí la placenta?” Era perfecto, el mejor hogar para crecer y dar vida. No me cansaré de agradecerles a nuestros amigos el cariño y generosidad con el que siempre nos tratan en especial cuando estamos allí con ellos.



La ocasión la encontramos a principios de diciembre. Por fin ese órgano crionizado volvería a encargarse de algo vivo. Quedaba escoger el árbol. Un amigo que vive en Viena me dio la clave: allí hay una especie de parque circular del horóscopo celta que representa árboles vitales. Y el de mi hija por su fecha de nacimiento, 29 de diciembre, era el manzano de capricornio.
Dicen los celtas que bajo el manzano impartía Merlín sus enseñanzas. Para ellos era místico, de otro mundo. Las manzanas son además un fruto redondo, equilibrado, la reina de las frutas, siempre presente en la mitología, desde la manzana del paraíso que mordió Eva a la manzana de Blancanieves. Es especial, sin duda, como nuestra hija para nosotros. Así que allá nos fuimos y Jordi dijo enseguida en el vivero “ese”. Lo llevamos a la casita (que es como llaman nuestros amigos a ese lugar) como pudimos, Irene sufriendo todo el camino por si se torcían sus ramitas en el coche. Llegamos en un maravilloso día donde el sol lo cura todo, donde estar bajo él hasta que se oculte. La placenta viajó con nosotros al vacío, en una neverita. Enseguida la pusimos al sol, para que saliera de su letargo, mientras buscábamos el lugar para plantar a ambos.
Comimos mijo con verduritas, vino, todo delicioso. Después procedimos a la tarea. Irene quiso colaborar en todo momento. Antes ella y yo rendimos un pequeño homenaje a la placenta. La tocamos, la admiramos un ratito.
Es curioso como una niña, que no tiene prejuicios como los adultos y menos con algo que tiene que ver con ella, la tocó con curiosidad, la trató con cariño, hasta le tiró besitos, consciente por intuición de la importancia de aquella cosa en su vida.



Hicimos dos huecos en la tierra, uno para la placenta y otro para el manzano y los plantamos con cuidado, en un lugar divisable desde la casa. Irene los regó con entusiasmo.




Fue un fin de semana mágico, nacieron dos niñas, entre ellas Valentina, recordé a su hermana Amanda cuando plantaba el manzano. Mi hermana conectó su ciclo y mi vientre volvió a latir, listo para cuando nuestro empeño, la naturaleza y el milagro de la vida, quiera volver a posarse en él.



“El manzano es el árbol del amor, Irene, cariño, no puede haber mejor encargo para algo que plantamos tus padres para ti. Te ayudará a caminar en la vida, porque crecerá con la misma fuerza y hermosura que tú, puesto que lo alimenta ese trozo de nuestra carne y nuestra alma. Dicen los oráculos que serás una amante inigualable, seductora, con mucho carisma, una persona llamativa y atractiva, de un aura agradable, coqueta, aventurera, sensible, siempre enamorada, deseando amar y ser amada, compañera fiel y tierna, de talentos científicos, con imaginación. Probablemente dedicarás tu esfuerzo a la naturaleza, a plantas y animales para las que tienes una sensibilidad especial desde siempre. Ojalá este manzano de frutos rojos te ayude en tu camino, junto a todos los que te amamos, y cuando tengas un revés o un mal momento puedas volver siempre a este lugar en mundo, respirar aire puro, caminar hasta tu árbol, acariciar sus ramas y morder una manzana hermosa que te devuelva a ese estado mágico, de paz y de fuerza en el que encuentres tu equilibrio y felicidad”.

MI PARTO

Creo que para las mujeres hay tres experiencias desbordantemente intensas en la vida: nacer, morir y PARIR, y pocas cosas hay tan maravillosas y únicas como vivir consciente y felizmente la tercera, con todo lo animal, desgarrador y cósmico que conlleva.
Toda mujer, como toda hembra, está capacitada para traer al mundo a sus propios hijos, qué cosa tan sencilla y usual y a la vez tan pasional, tan mágica e irrepetible.
Vivimos desapegados de la madre tierra, del dolor cotidiano que conlleva vivir y conscientemente nos narcotizamos y nos dejamos asustar y empequeñecer por otros, porque no hay poder más grande que tener en tus manos traer una nueva vida al mundo y quienes lo saben y quieren apropiarse ese poder que legítimamente pertenece a las hembras saben lo peligroso que es que sepamos que podríamos sabiéndolo y viviéndolo dominar el mundo…

Andaba yo en esos pensamientos por intuición hace 20 meses y 14 días, cuando escribo este relato, el tiempo que hace que Irene, mi hija, decidió que estaba preparada para nacer, y su historia, madurada , soñada , prevista y única que he tardado todo este tiempo en contar porque así son las cosas cuando una tiene un bebé de alta demanda.

Era un 27 de diciembre,  aniversario de bodas de mis padres (cuando fui concebida, por cierto ¿casualidad?) pasaban 4 días de las 38 semanas de embarazo y yo estaba serena y con ganas de acometer una de esas tareas hermosas y a la vez incordiosa que es realizar las compras navideñas.  Y eso que esa semana nos la pasamos con fiebre y tos, que me acompañaría todo el postparto, pero ya había pasado lo peor y necesitaba caminar y oxigenarme.Y entonces aparecieron esos preludios que son las contracciones, unas punzadas internas entre paquetes y luces de colores. En fin, para casa, parecía que Irene no quería cumplir con las 40 semanas previstas… Pasé la noche entre punzadas pausadas e irregulares. Por la mañana le dije a Jordi que apuntara los tiempos que cada vez eran más cortos y nunca fueron parejos. Cuando se fueron acortando llamé a Menchu, una de mis matronas que había estado un par de días antes inspeccionando mi casa, el lugar que había decidido para parir a mi hija. Llegó sobre las 3 de la tarde. Antes, ya estaban mi hermana , mi madre, mi amiga Reyes y mi marido  en casa;y mi padre, mi hermano y los padrinos de mi hija en casa de mis padres expectantes y devorando con menos entusiasmo del previsto la mariscada preparada para celebrar un aniversario de boda.
Llegó Menchu , me exploró y dijo: “pasas de los 3 centímetros, estamos de parto”. Y entonces empezó la montaña rusa, los retazos de realidad que recuerdo, porque las parturientas a las que nos dan libertad estamos en un estado de nirvana que sella lo que no recordamos a nuestras entrañas y se lo roba a la memoria, precio que pagamos por cierto gustosamente…
En el salón de casa, lámparas y velas de sal, música improvisada que no me había dado tiempo a preparar. Poca luz, la cámara de vídeo no va a servir… Vemos fotos, hablamos, mi madre prepara un puchero y las horas corren, y la lluvia arrecia, y las contracciones vienen en oleada y yo cuando aparecen me abstraigo como una médium que conecta con el más allá y luego vuelvo, sin labios de sapo, ni cara extraña (mi madre, niña que parturienta más rara, estás muy guapa). Pasan las horas y por la tarde llenamos la piscina, caliente, relajante, tanto me relajo que el parto se para, y comienzan los cuchicheos, y  yo noto que algo pasa. La niña está bien , pero yo estoy demasiado tranquila y así pues no se puede parir.
A ratos pasan cosas, mi hermana con fiebre, desaparece de la escena con mi madre y Jordi, danza del vientre, homeopatía… la niña está arriba y la dilatación completa.
Y pregunto qué pasa y mis matronas, hace horas que llegó Maite también, me dicen que poco rato más tengo de margen si no quiero ir de camino al hospital…. ¿qué? Con lo que he luchado por esto y la noche de perros que hace… Y me pongo a caminar salón arriba y abajo y me mosqueo conmigo misma y me pongo las pilas y pregunto qué me tiene que pasar y empiezan de nuevo a actuar mis mecanismos pasionales (soy así, phosphorus, pasional y enérgica cuando me arranco) y se me descompone el cuerpo…. Ufff algo grande está pasando. Quiero ir a la silla de partos y allí me siento… “no empujes ahora” Gasas en el periné calentitaas,,,,qué alivio, y visualizo lo que tantas veces he leído, ahora parece que me voy a abrir en dos, tranquila, ninguna mujer se abrió así, tú puedes; … ahora el círculo de fuego “aprovecha las contracciones para empujar”…. Ufffff fuerza, fuerza, qué poder más inmenso, no grito, no grito, emito sonidos guturales que me salen de las entrañas…. Y mi cuerpo solo porque sabe el camino, vomita fuerza , pasión, dolor profundo y auténtico , nunca he estado más viva,  ya queda poco,  “mira en el espejo,se ve la cabecita coronando”, y pienso, ahora los hombros, queda menos, y de pronto , en un pujo, 3 kilos 800 gramos de niña, a las 3.41 del 29 de diciembre de 2008 deciden salir de golpe, como una botella descorchada,  y Menchu la recoge con una habilidad pasmosa y me la pone en el pecho. Tarda poco en romper a llorar y el cordón en dejar de latir. Lo corta el papi que está alucinado y lloroso y también impresionado. Me quedo tan pasmada que no reacciono, ¿ya? Qué descarga tan brutal de adrenalina, qué enorme orgasmo de dolor y a la vez de explosión vital y adictiva… Y no soy capaz de derramar una sola lágrima, con todo lo que he llorado viendo partos de otras mujeres… ya está… me siento la persona más especial,más feliz, quiero parar el tiempo,  está sana, es preciosa…

Ahora al sofá, “tienes un desgarro enorme, claro los tejidos están blandos, tú griposa, la niña ha salido de golpe, te vamos a coser” Al sofá con Irene encima y entonces lo maldigo todo, qué molesto, empujo un poco y la placenta se resbala agradablemente, está entera, es enorme, luego la telilla y luego interminables y tropecientos puntos ,  ¿podéis dejarme en paz de una vez? y yo deseando yacer con mi hija, las dos desnudas, en nuestra cama, en nuestra casa, qué bien, yo boca arriba por fin (durante el embarazo veía las estrellas) y ella encima en su postura aún hoy favorita para pegarse a mí…



Lo que pensaba por intuición lo afirmo por experiencia , quiero ese poder, y si vuelvo a parir quiero poder hacerlo igual, esa pasión es mía y estoy encantada de que la suerte y mi empeño me hayan regalado poder vivirla, porque ahora soy más persona, más valiente, más animal, más auténtica, más hembra, más consciente, más fuerte, más experta, más humana, más hermosa…y soy madre con todo lo que conlleva, y  mereció la pena,  porque como siempre he sabido, sin dejarse arrastrar y vivir intensamente las  grandes pasiones la vida vale bien poco la pena…

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