domingo, 7 de octubre de 2018

COMO ME CONVERTÍ EN COACH ESTÉTICO EMOCIONAL

A veces tengo la sensación de haber vivido varias vidas. Soy de esas afortunadas personas vivas sintientes, que se mueven, que se levantan, reinventan, estudian y disfrutan constantemente, pese a los amores y desamores, a las dificultades en este raro mundo de competencia a veces tan poco humano y sensible, que muestra nuestra vulnerabilidad con demasiada frecuencia, que nos ata las alas que todos tenemos para volar alto, que nos invade de cenizas y  heridas.

He tenido muchos momentos en mi trayectoria vital en los que me he sentido despistada, bloqueada, hundida, hasta incapaz...

Pero todo eso me hace recordar que mis mitos de la flor de loto o del ave fénix tienen más fuerza en mi de la que yo misma a veces recuerdo. Soy capaz de sobrevolar las tormentas, entre mis misiones vitales está la de alegrar la vida de la gente, ser instrumento sanador y seguramente otras más que no he logrado aún adivinar.

Este 2018 está siendo muy curioso en lo laboral. La primera parte del año me sentí traicionada, por una empresa donde puse mi corazón y mi energía, pero donde siempre intuí algunas oscuridades que quisieron al final desbancarme de un plumazo cuando menos esperaba. Pero en la segunda llegó una bocanada de aire fresco, aún era primavera, y una inesperada mañana acabé en un proyecto laboral con la oficina a 15 minutos de mi casa. Es de estas veces en las que la magia te asalta, la sientes en la piel, en los ojos de las personas que acabas de conocer, es algo energético.

Diréis, si claro, va a hablar de lo que trabaja, qué va a decir. Pero quienes me conocen un poco saben que soy incapaz de hacer cosas que no me apasionen, me llenen el alma, me hagan vibrar. La pasión es un rasgo de mi carácter y mi esencia y la necesito como el respirar.
Esa que me hizo tomar la decisión de tener en casa a mi hija, cambiar de profesión y de vida, la misma que me hace lanzarme al vacío cuando intuyo la magia, en cualquiera de sus dimensiones, sin paracaídas, siguiendo una intuición, como quien se enamora y apuesta decididamente aún sin saber qué le espera.

Así esa mañana de primavera, entré en la oficina de Emocosmética, me recibió Fatim, en buena parte el alma de la empresa. Y creo que apenas pasaron minutos hasta que empezamos a hablar de trabajar juntos. Sentí y siento , algo más de 3 meses después, un cosquilleo que me hace pensar que estoy en donde quiero estar, rodeada de gente tan competente, tan cariñosa, tan tan, que a veces me pellizco para comprobar que existen,
¿Y qué es eso de Coach Estético Emocional? Es un profesional que cree en lo que hace, que transmite, que ayuda a otras personas a hacer de su pasión su trabajo, a levantarse cada mañana sabiendo que tiene las herramientas para ayudar a que otras personas se cuiden desde el alma, no para tener una máscara de juventud y belleza que toques con el dedo y se desarme en lágrimas... No, es algo diferente, es ayudar a sacar la belleza que todos llevamos dentro, esa luz que a veces, como me pasa a mi, y a todos, se nos olvida, y nos invaden sensaciones que empañan nuestros corazones.
 Un coach estético emocional, tiene muchas herramientas: unas joyas en preciosos frascos que despiertan todos los sentidos y llegan a lo más profundo. Hay que tenerlos junto a ti para entenderlo. Unos conocimientos recopilados y engarzados por un maravilloso equipo, competente y sabio, que se deja la piel en lo que hace, y lo hace con todo el amor.

Y aquí como profesional y persona me permito ser creativa,compartir todo lo que aprendido en mis 44 años, en tantos ámbitos: el periodismo, la sociología, las terapias ancestrales. Y me permito creer que en mi tierra hay proyectos preciosos,con corazón y alma: una cosmética emocional existe, y tengo la suerte de poder ser una de sus embajadoras, la más reciente que llegó a este barco, y tal vez la más agradecida. Os contaré más, hoy elegí retomar este blog desde las emociones, sin muchos datos, como empiezan o se retoman las cosas que realmente importan.



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